El temido diagnóstico para la Juventus de Tudor es ahora una certeza: el equipo está afligido por la «empatitis», un problema ya observado el año pasado con la formación de Thiago Motta. Aunque contra el Milan la Vecchia Signora logró mantener su portería a cero, el empate 0-0 en el Stadium no fue percibido como un progreso. Los silbidos de los aficionados bianconeros al pitido final del árbitro Guida fueron una clara demostración de ello.
Un análisis de las actuaciones individuales de los jugadores juventinos revela pocos motivos de optimismo. Entre los pocos que destacaron por encima de la decepcionante media, se encuentran el `habitual` Conceicao y, sorprendentemente, Kalulu, este último el más incisivo entre los exjugadores en el campo del Stadium.
Después del partido, en la conferencia de prensa, Tudor intentó calmar los ánimos. El técnico declaró:
«No estoy preocupado, de hecho estoy satisfecho. Este es un vestuario positivo, unido, con la mentalidad de trabajar y mejorar constantemente. Desde que estoy aquí, hemos jugado unas veinte partidos; ninguno ha sido fácil, pero hemos cometido errores en un número realmente limitado de ocasiones. Esta es nuestra identidad, la Juventus, y este equipo debe ganarse cada logro.»