El exdelantero de la Fiorentina, Lulú Oliveira, ha compartido sus memorias con el sitio web de La Gazzetta dello Sport, abarcando desde sus humildes comienzos hasta su experiencia en el equipo violeta. Estas son sus declaraciones más destacadas:
«Tuve una infancia difícil. Éramos 12 personas viviendo bajo el mismo techo: siete hermanos, los hijos de mis tías y mis padres. Mi padre era futbolista, jugó durante 15 años en el mismo club antes de convertirse en mecánico. Tuvo la oportunidad de fichar por el Flamengo, pero el presidente no le permitió irse porque era un símbolo del club. No ganó mucho dinero, pero logró construir una casa para nosotros, aunque era muy precaria: cuando llovía, el agua se filtraba por todas partes. Solo mis padres tenían cama, nosotros dormíamos en hamacas colgadas en la cocina».
Sobre su educación, Oliveira comentó: «Iba a la escuela porque era fundamental, pero mi madre me regañaba a menudo. Regresaba a casa con el uniforme blanco y los pantalones cortos azules completamente sucios: me escapaba de las clases para jugar al fútbol. No me disgustaba estudiar, pero el fútbol me atraía mucho más. Mi madre me castigaba tirándome de las orejas cada vez que descubría mis mentiras».
En cuanto a su relación con Batistuta en Florencia, Oliveira reveló: «La primera vez que conocí a Batistuta fue durante la pretemporada en el Hotel Grifone. Lo llamé para saludarlo, pero me ignoró. Conocía la rivalidad entre brasileños y argentinos, pero esperaba al menos un saludo… Además, yo había llegado para reemplazar a su amigo Baiano. Después de semanas sin dirigirnos la palabra, pedí ayuda al entrenador Ranieri porque necesitaba comunicarme con mi compañero de ataque y coordinar nuestros movimientos en el campo. Entonces, un día, Batistuta me detuvo y me dijo: `Vamos, ven, hagamos eso`. A partir de ese momento aprendí a jugar con él y nos hicimos amigos. Todavía mantenemos el contacto hoy en día».
